A
pocos días del comienzo del nuevo curso escolar los datos de la OCDE sobre los
jóvenes españoles son una llamada de atención importante. Por un lado, el 25%
de los jóvenes ni estudia ni trabaja y, por otro, el paro de los titulados
españoles triplica la media europea, sin olvidarnos del alto nivel de fracaso
escolar.
Ante
estos datos, somos muy conscientes de que el sistema actual de educación (paradigma mecanicista) no se
adapta a las necesidades actuales del ser humano en proceso constante de evolución. Necesitamos una nueva visión, un nuevo enfoque.
Os dejo
este enlace al artículo que escribí sobre “Educación” y que ha sido publicado en varios medios de
comunicación, entre ellos: La revista mensual “Tú mismo” (papel y digital) y
los periódicos “Hoy un click” y “Tu comarca.com”.
¡Feliz
día!
Nuevo paradigma: educación | El espiritu universal evoluciona hacia una conciencia de sí mismo cada vez mayor
Todo es perfecto en cuanto a evolución se refiere. Desde que en el siglo XVIII, con las ideas de la Ilustración, se asentara definitivamente como fuente de conocimiento el pensamiento racionalista –basado en la lógica y la razón, y nacido un siglo antes de la mano de Descartes, del que podríamos decir que es el fundador de los tiempos modernos–, la humanidad ha hecho grandes, grandísimos progresos en un período de tiempo relativamente corto.
Hegel, el famoso filósofo alemán del siglo XIX, señaló que el espíritu universal evoluciona hacia una conciencia de sí mismo cada vez mayor. Cualquier persona que haya estudiado historia verá que es así: la humanidad ha ido siempre hacia un conocimiento cada vez mayor de sí mismo, y también verá que cualquier nueva idea se sustenta sobre la base de otra anterior que ya ha empezado o ha dejado de servirnos.
Estas corrientes de pensamiento, estas nuevas ideas, acaban determinando nuestras creencias y configuran nuestras experiencias y nuestros valores y, por ende, nuestra realidad. A este conjunto le llamamos “paradigma”.
Este paradigma racionalista, mecanicista, en el área de la educación, como en cualquier otra, ha enfocado todos sus esfuerzos en el desarrollo de nuestro hemisferio izquierdo, racional, lógico… en la inteligencia lógica. Un sistema educativo en el que “estar en lo cierto”, apoyarse en lo que se ha demostrado cartesianamente, en las certidumbres, ha sido más importante que mantenerse abierto, aceptar la incertidumbre, aceptar la sensibilidad de nuestros cuerpos y mentes… dando como resultado, en los últimos tiempos, una profunda disociación interior entre lo que nos enseñan a pensar y lo que sentimos, y, con ello, también, un elevado índice de fracaso escolar en muchos jóvenes que no se sienten motivados por este sistema educativo alejado de la creatividad y lo artístico, cualidades éstas de nuestro hemisferio derecho sensitivo, emotivo, creativo… de nuestra inteligencia emocional.
Las últimas investigaciones científicas sobre el funcionamiento del cerebro humano y sobre la conciencia demuestran que, para desarrollar todo su potencial, es preciso que se produzca un cambio en la forma de enseñar.
Sólo hace unas décadas, desde que el archiconocido Daniel Goleman empezara a hablar de la inteligencia emocional –que contempla estas últimas premisas–, se ha empezado a aceptar la necesidad de una educación que aborde por igual el desarrollo de las cualidades de ambos hemisferios cerebrales.
Como está sucediendo en otros ámbitos de nuestra sociedad, por fortuna, ya vemos cambios, pues son miles los educadores, docentes, psicólogos, investigadores, profesores universitarios, etcétera, que, dentro de su transformación personal, integran ya el Nuevo Paradigma de la Educación, y, aunque sigue limitada su acción por el viejo sistema –auguramos que por poco tiempo–, trabajan a favor de una humanización de la escuela, del pleno desarrollo del potencial humano y la trascendencia del Ser.
El Nuevo Paradigma de la Educación se interesa más por la naturaleza del aprendizaje que por los métodos, entendiendo que el aprendizaje no es algo limitado a los colegios y los profesores, sino que es un proceso fundamental en cada paso de nuestra vida desde que nacemos hasta que morimos. Por ello, considera “el aprender como proceso y no como objetivo”, subrayando la continuidad del saber; se apoya en la experiencia humana trascendiendo toda diferencia étnica o social; ahonda y desarrolla la conciencia sobre los cambios de paradigma y los valores, y educa al cerebro entero, potenciando la racionalidad del hemisferio izquierdo con estrategias holísticas e intuitivas del hemisferio derecho, desarrollando la creatividad, la exploración de los sentidos, las vivencias interiores, la imaginación, etcétera, e insistiendo en la confluencia y fusión de ambos hemisferios para ser seres más íntegros y equilibrados y, por tanto, más felices.
Me llenó de satisfacción leer en los medios de comunicación, hace ya unos cuantos meses, cómo la doctora en arte y filosofía, Mª Carmen Reyes, en su tesis doctoral, ha demostrado que la música –relacionada con nuestro hemisferio derecho– es una eficaz herramienta contra el fracaso escolar; y su argumentación sobre los beneficios en otras asignaturas y en el desarrollo evolutivo de los alumnos.
No cabe la menor duda de que ya estamos sumergidos en una nueva corriente de pensamiento, de creencias, de valores… el Nuevo Paradigma Holístico que contempla la unidad, la integridad, el respeto, la tolerancia, la vida desde los dos hemisferios y el corazón. En definitiva, un nuevo salto evolutivo para nuestra especie.
“Conócete a ti mismo y conocerás el Universo”.
Hegel, el famoso filósofo alemán del siglo XIX, señaló que el espíritu universal evoluciona hacia una conciencia de sí mismo cada vez mayor. Cualquier persona que haya estudiado historia verá que es así: la humanidad ha ido siempre hacia un conocimiento cada vez mayor de sí mismo, y también verá que cualquier nueva idea se sustenta sobre la base de otra anterior que ya ha empezado o ha dejado de servirnos.
Estas corrientes de pensamiento, estas nuevas ideas, acaban determinando nuestras creencias y configuran nuestras experiencias y nuestros valores y, por ende, nuestra realidad. A este conjunto le llamamos “paradigma”.
Este paradigma racionalista, mecanicista, en el área de la educación, como en cualquier otra, ha enfocado todos sus esfuerzos en el desarrollo de nuestro hemisferio izquierdo, racional, lógico… en la inteligencia lógica. Un sistema educativo en el que “estar en lo cierto”, apoyarse en lo que se ha demostrado cartesianamente, en las certidumbres, ha sido más importante que mantenerse abierto, aceptar la incertidumbre, aceptar la sensibilidad de nuestros cuerpos y mentes… dando como resultado, en los últimos tiempos, una profunda disociación interior entre lo que nos enseñan a pensar y lo que sentimos, y, con ello, también, un elevado índice de fracaso escolar en muchos jóvenes que no se sienten motivados por este sistema educativo alejado de la creatividad y lo artístico, cualidades éstas de nuestro hemisferio derecho sensitivo, emotivo, creativo… de nuestra inteligencia emocional.
Las últimas investigaciones científicas sobre el funcionamiento del cerebro humano y sobre la conciencia demuestran que, para desarrollar todo su potencial, es preciso que se produzca un cambio en la forma de enseñar.
Sólo hace unas décadas, desde que el archiconocido Daniel Goleman empezara a hablar de la inteligencia emocional –que contempla estas últimas premisas–, se ha empezado a aceptar la necesidad de una educación que aborde por igual el desarrollo de las cualidades de ambos hemisferios cerebrales.
Como está sucediendo en otros ámbitos de nuestra sociedad, por fortuna, ya vemos cambios, pues son miles los educadores, docentes, psicólogos, investigadores, profesores universitarios, etcétera, que, dentro de su transformación personal, integran ya el Nuevo Paradigma de la Educación, y, aunque sigue limitada su acción por el viejo sistema –auguramos que por poco tiempo–, trabajan a favor de una humanización de la escuela, del pleno desarrollo del potencial humano y la trascendencia del Ser.
El Nuevo Paradigma de la Educación se interesa más por la naturaleza del aprendizaje que por los métodos, entendiendo que el aprendizaje no es algo limitado a los colegios y los profesores, sino que es un proceso fundamental en cada paso de nuestra vida desde que nacemos hasta que morimos. Por ello, considera “el aprender como proceso y no como objetivo”, subrayando la continuidad del saber; se apoya en la experiencia humana trascendiendo toda diferencia étnica o social; ahonda y desarrolla la conciencia sobre los cambios de paradigma y los valores, y educa al cerebro entero, potenciando la racionalidad del hemisferio izquierdo con estrategias holísticas e intuitivas del hemisferio derecho, desarrollando la creatividad, la exploración de los sentidos, las vivencias interiores, la imaginación, etcétera, e insistiendo en la confluencia y fusión de ambos hemisferios para ser seres más íntegros y equilibrados y, por tanto, más felices.
Me llenó de satisfacción leer en los medios de comunicación, hace ya unos cuantos meses, cómo la doctora en arte y filosofía, Mª Carmen Reyes, en su tesis doctoral, ha demostrado que la música –relacionada con nuestro hemisferio derecho– es una eficaz herramienta contra el fracaso escolar; y su argumentación sobre los beneficios en otras asignaturas y en el desarrollo evolutivo de los alumnos.
No cabe la menor duda de que ya estamos sumergidos en una nueva corriente de pensamiento, de creencias, de valores… el Nuevo Paradigma Holístico que contempla la unidad, la integridad, el respeto, la tolerancia, la vida desde los dos hemisferios y el corazón. En definitiva, un nuevo salto evolutivo para nuestra especie.
“Conócete a ti mismo y conocerás el Universo”.
Web de Emi Zanón: www.emizanon.galeon.comEmi Zanón Simón,
Escritora y Comunicadora
Escritora y Comunicadora
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