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sábado, 23 de febrero de 2019

HOMENAJE de la GENERALITAT VALENCIANA al poeta ANTONIO MACHADO, y presentación de la "CASA POETAS" en Rocafort (Valencia)


<<Estos días azules y este sol de la infancia>> 
Último verso que escribió Antonio Machado días antes de morir en Coillure (Francia) y que se repitió a lo largo de la tarde.


<<Un hombre de paz>>, así resumiría yo las palabras homenaje de ayer del hispanista y escritor Ian Gibson, estudioso y autor de la biografía del poeta Antonio Machado: "Ligero de equipaje", en la que apunta que su vida y su poesía son parte del liberalismo y del humanismo español, como recordó el Presidente de la Generalitat  Valenciana, Ximo Puig, al aludir a la labor investigadora del hispanista.

En verdad que fue bonito, elegante, emotivo. Una tarde primaveral en un entorno natural donde el sonido de la fuente cantarina acompañó ora las notas sublimes de los violines y el chelo, ora las palabras de los poetas. Todo un regalo para los sentidos y un honor para mí asistir a este doble acto cultural que se realizó en Villa Amparo, Rocafort (Valencia), ayer viernes 22 de febrero de 2019, por un lado, para homenajear al poeta Antonio Machado con motivo del 80 aniversario de su muerte y, por otro, para presentar la "CASA POETAS", nombre dado a la propia Villa Amparo  (última residencia del poeta antes del exilio) tras ser adquirida recientemente por el Gobierno de la Generalitat Valenciana con el propósito de iniciar un proyecto muy prometedor para la cultura valenciana al recuperar la memoria intelectual y espiritual y convertir la villa en un centro interdisciplinar de encuentro y promoción de poetas y escritores valencianos -en lengua castellana y valenciana-, como lo fue hace más de 80 años (por Villa Amparo pasaron numerosos intelectuales de la época, entre ellos: Octavio Paz, María Zambrano, Rafal Alberti, Max Aux y Pablo Neruda).

Carmen Amoraga
Tras la apertura del acto por la Directora General de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, y la lectura del sentido poema "Sobre dos sillas" del poeta de Rocafort, Antonio M. Herrero, creado para la ocasión, desfilaron por el atril los conselleres Vicent Soler (Hacienda y Economía), Gabriela Bravo (Justicia) y María José Salvador (Obras Públicas); el Alcalde de la localidad, Victor Jiménez, y representantes del mundo cultural y asociaciones machadianas de la Comunidad Valenciana, finalizando con la intervención del Presidente, Ximo Puig, quien subrayó la importancia de la cultura para nuestra transformación y evolución. 

Con el hispanista y escritor Ian Gibson

Ximo Puig

Ayer, sin duda, marcó en el calendario, un día histórico para todos los valencianos, gracias a uno de nuestros poetas más reconocido e internacional de todos los tiempos. Un poeta sencillo e intimista, defensor de la fraternidad y la espiritualidad.

¡Enhorabuena a la Generalitat!
¡Enhorabuena al pueblo de Rocafort!
¡Enhorabuena a todos los valencianos!




Con el Presidente de la Generalitat, Ximo Puig, al terminar el acto.
Nada más llegar, en la entrada de Villa Amparo. A la izquierda Ian Gibson



De i.a d. Antonio Herrero, Elena Torres, Ana Noguera, Ricardo Bellveser, Emi Zanón y Ángeles Pavía.



Elena Torres, Ian Gibson y yo

RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, 

y un huerto claro donde madura el limonero; 

mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; 
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.


Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido 

—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, 

más recibí la flecha que me asignó Cupido, 
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, 

pero mi verso brota de manantial sereno; 

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, 
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Adoro la hermosura, y en la moderna estética 

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; 

mas no amo los afeites de la actual cosmética, 
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.


Desdeño las romanzas de los tenores huecos 

y el coro de los grillos que cantan a la luna. 


A distinguir me paro las voces de los ecos, 
y escucho solamente, entre las voces, una.


¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera 

mi verso, como deja el capitán su espada: 

famosa por la mano viril que la blandiera, 
no por el docto oficio del forjador preciada.


Converso con el hombre que siempre va conmigo 

—quien habla solo espera hablar a Dios un día—; 

mi soliloquio es plática con ese buen amigo 
que me enseñó el secreto de la filantropía.


Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. 

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago 

el traje que me cubre y la mansión que habito, 
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.



Y cuando llegue el día del último vïaje, 

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 

me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado

Sobre dos sillas

Solo la tierra en que se muere es nuestra. (A. Machado)

Hay veces en la vida en que se escribe

con los ojos nublados,

casi a ciegas,
agua y sal restañando el dolor.
Hay veces en la vida en que uno,
los brazos sin columna,
las manos sin raíz y abandonadas,
no encuentra las palabras y mira al vacío.
Hay veces en la vida en que asistimos,
pasmados como niños que no entienden,
a la escena que el tiempo nos estampa
y no queremos ver.
Hay veces en la vida en que una imagen,
como un carámbano gestado en la noche,
convierte a quien la mira
en borbotón del asombro y del reniego.

Ese féretro velado por ropa militar

con arrugas de derrota y de exilio,

cubierto por una bandera tricolor
ganada por derecho de coherencia;
ese féretro tachonado, sobre dos sillas
de un fortuito hostal que mira al mar,
es la desnuda nave que ya vaticinó
el hombre que vivió la austeridad como equipaje.
Ese féretro no es solo el ataúd
de un hombre que hizo existencial la idea,
de un poeta que iluminó el verso con lo auténtico.
Es el espeluznante retrato de un país.
Silencio. Frío. El invierno no da para una flor.
Abatida convicción de que calla la palabra,
de que se ha acallado la palabra a cañonazos.
Epitafio del despojo.
Esas dos sillas, solamente dos sillas,
son la mueca feroz con que sonríe
quien nada escucha, nada entiende
y, creyendo triunfar, lo destruye todo.

Antonio M. Herrera

(Rocafort, febrero de 2019,

80 aniversario del exilio y la muerte de un poeta)





4 comentarios:

  1. Enhorabuena Emi, un blog impecable y esta entrada es extraordinaria. Gracias
    Elena

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  2. Muchas gracias!! Me hacen muy feliz tus palabras. Un besazo de LUZ!!

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  3. Hola Emi, aún no me había dejado caer por aquí. Me encanta tu blog. te sigo por la red, ya sabes. Y espero verte prontito. un abrazo enorme :)

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    Respuestas
    1. Me encantan tus palabras, Rubén!! Graciassss y tenemos un café pendiente, jeje... Un besazo de LUZ!

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