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sábado, 30 de mayo de 2015

SOBRE LA POESÍA DE FRANCIS RUIZ (Buñol - Valencia).

¡Hola a tod@s! 

Os transcribo el artículo que escribí para el Catálogo Cultural "CORONDEL", editado por la Tertulia "La Buhardilla" de Valencia, sobre la poesía de mi querido paisano y amigo Francis Ruiz. 

Espero que os guste y que ayude a conocerle un poco más. Creo que se lo merece. Desde estas páginas, mis mejores deseos para Francis y feliz fin de semana para tod@s.



Para el Catálogo de Cultura “CORONDEL” editado por Tertulia La Buhardilla.

PARA LA SECCIÓN DE OPINIÓN/COMENTARIO CRÍTICO
Sobre la poesía de Francisco Ruiz.

Por Emi Zanón

<<… Lo que más me gustaría  sería trascender todos estos juguetes del arte e ir más allá, y no tener necesidad de crear: ni plumas, ni teclas, ni lápices, ni pinturas, ni pinceles, ni barro: zambullirse uno de verdad en la mirada, en el momento poético sin tener que retratarlo pobremente.>>  Éste es el deseo más profundo del autor, del poeta, cuya obra me dispongo, humildemente,  a presentar. 

Desde un punto de vista estrictamente estético, es cierto. Su deseo sería lo auténtico, lo puramente genuino, pues, como decía Platón: “el lenguaje humano es inadecuado para expresar directamente las realidades últimas”, así como para expresar las sensaciones del alma, para traducir la voz del espíritu… obteniendo siempre una aproximación, otra mirada, otro momento…  Pero la necesidad de crear  es intrínseca en el hombre –o, mejor  diríamos, el poder creador-; de ahí que, aunque sea con más o menos recursos, “uno o una”, al fin, se atreva a retratar, a meterse torrencialmente en el discurso poético  y  luego decida  franquear la barrera  del miedo, del anonimato -haciéndose una demostración de valor-,   compartiéndolo, difundiéndolo.

Y eso es, precisamente, lo que ha hecho en la última década Francisco Ruiz  –nombre con el que ha firmado sus poemarios:  “Los hechos”  y “Sámsara  (aunque, para mi  gusto, debía haberlo hecho con Francis Ruiz, tal y como se le conoce popularmente por sus recitales y sus incursiones en las artes plásticas)-,  después de navegar extensamente por los versos de Rimbaud, Verlaine, Cernuda, Aleixandre, León Felipe, Vallejo, Lorca, Joyce, Góngora, Quevedo, Miguel Hernández, Machado… y un sinfín más , dependiendo de su momento evolutivo, de sus necesidades, de su búsqueda interior… o como  él mismo dice:  “de la liga, el tiempo y los propósitos del juego”;  como  no podría haber sido de otro modo. Francisco Ruiz tomó los calostros de la poesía cuando todavía no sabía escribir y leer, y desde entonces –ahora se encuentra en la edad madura-  ha impregnado cada poro de su piel, cada secuencia de su vida, cada recoveco de su alma, con el maravilloso y complejo mundo de las palabras, la poesía, la literatura… el arte.

Y así nace a la luz pública, en 2005, “Los hechos” (Editorial Garmas). Un poemario  dividido en cuatro apartados numéricos que cobijan un total de 34 poemas, la mayoría  breves como una exhalación.  Por su tono preponderantemente serio,  preocupación por el inexorable paso del tiempo (“inexorable:/clepsidra amarga:/verdad única:/inexorable.”), nostalgia, presencia constante de la muerte en la vida del hombre (“Todo fue muriendo sin excepción/i hasta por dos veces:”), por su tendencia a la experimentación del lenguaje reemplazando la conexión gramatical con la anáfora y la enumeración caótica (“murió el pájaro de la libertad/murió el enhiesto ciprés da fontana/murió el monte comido por las lluvias”), proliferación de metáforas,  figuras retóricas, tropos, arcaísmos, cultismos…  podríamos hablar de una poesía neobarroca, contrastada por unos versos libres, ágiles, en esquemas virtuales muy propios de las tendencias experimentales del momento –también introduce algún poema en portugués- y  unos trazos ora realistas ora surrealistas de gran plasticidad que nos muestran las vivencias personales del autor, a  veces con una actitud escéptica, irónica, desengañada,  una visión cansada: un mundo viejo (“Era un mundo exasperado vibrante/nervioso afilado…”)(“Un discurso viejo/unos pueblos viejos: una permanente ancianidad/instalada en los huesos”). Y, otras veces, anhelante, esperanzadora, aportando una nueva visión, un mundo nuevo (“trepando entre las leyes/creciendo en los corazones/creando un brillante mundo/donde habiten/los hijos de todos los hijos”).

Tres años más tarde, Francisco Ruiz vuelve  a retratar lo más aproximadamente posible sus “momentos poéticos” en un poemario  de  58 poemas -dividido en siete apartados-,  diseñado y maquetado por Stefanie  Ine  Grewe, que lleva por título “Sámsara” –término sánscrito que designa la transmigración de los seres-. Y no es casualidad que lo haya titulado así, pues es evidente, en su nueva etapa evolutiva,  una aproximación al mundo y la filosofía oriental  (“A menudo la vida parece como real/como fuera del tiempo: como si existiera/como si diera textura/a un finito universo/a su vez ilimitado i desbordante”), creando incluso auténticos “haikus”  (“Cambio a lua/ e moveron/ os ventos”).

Mantiene y consolida, por lo demás, tanto el estilo como el tono apuntado en “Los hechos”, así como sus anhelos y viejas preocupaciones. A destacar  los bellos  versos inspirados y dedicados –deduzco- a su pequeño hijo (“Sobrevivirás/crearás/amarás/gozarás/penarás/i serás hombre/i quizás algún día/-aunque podrá no ser-/pensarás en un tren/yendo a qué sitio/en estos versos/en esta tierra/en mis ojos/en mis manos/i en mi amor/que como estrella poderosa/quiera el orbe/que te alumbre”).

Sin duda, Francisco Ruiz es un nuevo y buen referente en la poesía de nuestro tiempo que no defraudará a los amantes de este arte.






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