<<La utopía deja de serlo cuando creemos en ella>>.
De mi libro “La voz blanca”, aforismos, reflexiones y poemas de la naturaleza y místicos.
Con todo mi amor, os dedico, estos microrrelatos inéditos que invitan a la reflexión y a creer en las utopías. La historia nos ha demostrado que lo que en principio es utopía, luego acaba siendo una realidad.
¡Hola a tod@s!
Ya está aquí abril y con él, además de las Pascuas y las elecciones, las ferias, las tertulias, presentaciones y un sinfín más de actos en torno al protagonista indiscutible del mes en el mundo cultural: EL LIBRO.
Y por ello, he querido regalaros unos microrrelatos inéditos que he recogido en el artículo mensual y he titulado "TRES HISTORIAS SOBRE UTOPÍAS". Publicado, como viene siendo habitual, en las revistas y periódico: "Tú mismo" -papel y digital-, "Así es Buñol" -papel- y "Hoy un click".
Espero que os gusten y los compartáis.
¡Y os deseo un felicísimo mes de abril y que no os perdáis ningún acto que esté a vuestro alcance!
Nueva Consciencia
Opinión
por Emi
Zanón
TRES HISTORIAS SOBRE
UTOPÍAS
<<La
utopía deja de serlo cuando creemos en ella>>.
De
mi libro “La voz blanca”, aforismos,
reflexiones y poemas de la naturaleza y místicos.
I
<<No puedes ni imaginar de
qué manera se pisoteaban y empujaban unos a otros mientras me lavaba las
heridas en la Meta Sudans. Todos
querían acercarse a mí. Tocarme. Pergeñar una gota de sudor, una gota de
sangre, un hilo de mi lienzo… Rozar mi musculoso pecho, arrancarme uno de mis
cabellos… Eso es lo que ocurre tras ganar en muchos encuentros; por luchar con
valentía... ¡La fama! Pero la sangre les embrutece cada vez más, y no tienen
suficiente. Quieren más y más sangre… <<¡iugula! ¡iugula! ¡iugula! >> Pedían a gritos que le
degollara con mi espada. Como buen secutor
fui ágil y veloz en mi golpe mortal y acabé con la vida de Cornelius antes
incluso de que el César retirara su inquisidor pulgar. El César les dio lo que querían. Ya no sirven
los fingimientos, los viejos trucos de antaño, las vejigas de cerdo llenas de
sangre ocultas entre nuestros lienzos… ¡Ahora quieren sangre real! Y la tienen…
La tienen además con todos esos indefensos cristianos que empapan con su sangre
la arena del Coliseo. No los llevan al Circo porque les teman. No. El poderoso
Imperio no teme a unos pobres cristianos descalzos que hablan de un dios único,
de un único camino, de igualdad, de amarse los unos a los otros… No, no. Los
llevan por simple diversión, por entretenimiento, igual que a los condenados a
muerte… Les gusta ver a las fieras hambrientas desgarrar y despedazar a sus
fáciles presas… El Imperio se desmorona, lo sé. No hay moralidad. No hay valores. Se acerca su fin. Que… ¿cómo
puedo hablar así en unos momentos de máxima gloria del Imperio? Porque la
fuerza se sostiene en los valores. ¡Bien
haría el César en temer la nueva fe emergente entre las gentes de su imperio!
¡Bien haría en temer a esos pobres cristianos…! ¡Son el nuevo Imperio!
¡¿Utópico, dices?! No, hermano. No. Tiempo al tiempo>>.
El
imperio romano no temió a los primeros cristianos descalzos.
II
<<El pueblo tiene hambre,
Majestad. El pueblo tiene hambre, Majestad>>. Como si fuera una cotorra
no cesaba de repetirme las mismas palabras. Le pedí que se callara salvo si no
amaba lo suficiente su vida. Ya no le aguanto más. ¡Cretino! ¡Cómo se atreve a
hablarme de ese modo! Diciéndome que los gastos de palacio superan en mucho los
ingresos por tributos e impuestos. ¡Que las arcas están vacías! ¡Pues que suba
los impuestos!... ¡Que despilfarramos! ¡Que los campesinos pagan ya las cuatro
quintas partes de sus ingresos en impuestos al Estado, el Diezmo a la Iglesia y
los derechos feudales al señor! ¡Que la burguesía reclama constantemente el
acceso a puestos en la administración del Estado!... ¡Agg! ¡Estoy rodeado de
incompetentes! ¡De cobardes! Dice que debería temer a la fuerza creciente de
los campesinos. ¡¿Qué fuerza?! ¡¿Será utópico?!
Pero te lo advierto… te lo advierto, querida: la próxima vez que me
venga con algo así lo mando a la guillotina. ¡Como que soy el Rey de Francia!
¿Qué…? ¿Qué es todo ese estrépito? ¿Lo oyes? ¡Viene de afuera! ¡Desgraciados
harapientos: otra vez pidiendo! ¡Guardias! ¡Guardias, venid aquí! Echadles unos
mendrugos de pan y que se vayan a sus casas. Despejad de inmediato los aledaños
de palacio. ¡Y no quiero volverlos a ver por aquí! ¡¿Qué me decis?! ¡¿Que no
hay forma de detenerlos?! ¡¿De controlarlos?! ¡Inútiles!
Los
aristócratas franceses no se vieron venir la revolución.
III
<<El mercado de divisas ha caído en
picado tras el hundimiento de la bolsa nipona, como consecuencia del terremoto
y el tsunami, arrastrando al resto de mercados de Asia y América, y produciendo
el efecto dominó en el resto de los países del mundo. Nos encontramos ante la
mayor crisis económica mundial jamás vivida… Esta catástrofe ha sido la gota
que ha colmado el vaso. El sistema capitalista, neoliberal, tiene sus días
contados… ¿Se ríe usted? ¿Dice usted que
ello es imposible? ¿Acaso no creen que tenemos la capacidad de diseñar y
establecer una sociedad igualitaria, en la que se respeten todas las ideas y a
cada uno de los seres humanos? Aseguran ustedes que hay demasiados intereses
creados; y es cierto: Sí, es cierto. Pero las utopías dejan de serlo cuando creemos
en ellas. ¡Creamos, por favor, en un mundo mejor! Recordemos a Tomás Moro en su
famosa obra “Utopía”: <<…Si hay abundancia de todas las cosas y no se
teme que haya alguien que pida más de lo que necesita, sabiendo que no ha de
carecer de nada, ¿quién pedirá más de lo necesario? Ciertamente, el temor a las
privaciones es lo que hace codiciosos y rapaces a todos los seres vivientes; el
hombre hace lo mismo por soberbia, porque le agrada vanagloriarse de superar a
los demás en riquezas superfluas; pero esto no lo permiten las leyes en
“Utopía”…>>.
El neocapitalismo se desmorona.
Con
todo mi amor, os dedico, estos microrrelatos inéditos que invitan a la
reflexión y a creer en las utopías.
“Conócete a ti mismo y conocerás el Universo”
Emi
Zanón
Escritora
y Comunicadora de la Nueva Consciencia