¡Hola a tod@s!
Os transcribo el artículo que escribí para el Catálogo Cultural "CORONDEL", editado por la Tertulia "La Buhardilla" de Valencia, sobre la poesía de mi querido paisano y amigo Francis Ruiz.
Espero que os guste y que ayude a conocerle un poco más. Creo que se lo merece. Desde estas páginas, mis mejores deseos para Francis y feliz fin de semana para tod@s.
Os transcribo el artículo que escribí para el Catálogo Cultural "CORONDEL", editado por la Tertulia "La Buhardilla" de Valencia, sobre la poesía de mi querido paisano y amigo Francis Ruiz.
Espero que os guste y que ayude a conocerle un poco más. Creo que se lo merece. Desde estas páginas, mis mejores deseos para Francis y feliz fin de semana para tod@s.
Para el Catálogo de Cultura “CORONDEL” editado por Tertulia
La Buhardilla.
PARA LA SECCIÓN DE OPINIÓN/COMENTARIO
CRÍTICO
Sobre la poesía de Francisco Ruiz.
Por Emi Zanón
<<… Lo que más me gustaría sería trascender todos estos juguetes del
arte e ir más allá, y no tener necesidad de crear: ni plumas, ni teclas, ni
lápices, ni pinturas, ni pinceles, ni barro: zambullirse uno de verdad en la
mirada, en el momento poético sin tener que retratarlo pobremente.>> Éste es el deseo más profundo del autor, del
poeta, cuya obra me dispongo, humildemente, a presentar.
Desde un punto de
vista estrictamente estético, es cierto. Su deseo sería lo auténtico, lo puramente
genuino, pues, como decía Platón: “el lenguaje humano es inadecuado para
expresar directamente las realidades últimas”, así como para expresar las
sensaciones del alma, para traducir la voz del espíritu… obteniendo siempre una
aproximación, otra mirada, otro momento…
Pero la necesidad de crear es
intrínseca en el hombre –o, mejor
diríamos, el poder creador-; de ahí que, aunque sea con más o menos
recursos, “uno o una”, al fin, se
atreva a retratar, a meterse torrencialmente en el discurso poético y luego
decida franquear la barrera del miedo, del anonimato -haciéndose una
demostración de valor-, compartiéndolo, difundiéndolo.
Y eso es,
precisamente, lo que ha hecho en la última década Francisco Ruiz –nombre con el que ha firmado sus poemarios: “Los hechos” y “Sámsara”
(aunque, para mi gusto, debía
haberlo hecho con Francis Ruiz, tal y
como se le conoce popularmente por sus recitales y sus incursiones en las artes
plásticas)-, después de navegar
extensamente por los versos de Rimbaud,
Verlaine, Cernuda, Aleixandre, León Felipe, Vallejo, Lorca, Joyce, Góngora,
Quevedo, Miguel Hernández, Machado… y un sinfín más , dependiendo de su
momento evolutivo, de sus necesidades, de su búsqueda interior… o como él mismo dice: “de la
liga, el tiempo y los propósitos del juego”; como no podría haber sido de otro modo. Francisco
Ruiz tomó los calostros de la poesía cuando todavía no sabía escribir y leer, y
desde entonces –ahora se encuentra en la edad madura- ha impregnado cada poro de su piel, cada
secuencia de su vida, cada recoveco de su alma, con el maravilloso y complejo mundo
de las palabras, la poesía, la literatura… el arte.
Y así nace a la
luz pública, en 2005, “Los hechos” (Editorial Garmas). Un
poemario dividido en cuatro apartados
numéricos que cobijan un total de 34 poemas, la mayoría breves como una exhalación. Por su tono preponderantemente serio, preocupación por el inexorable paso del tiempo
(“inexorable:/clepsidra amarga:/verdad
única:/inexorable.”), nostalgia, presencia constante de la muerte en la
vida del hombre (“Todo fue muriendo sin
excepción/i hasta por dos veces:”), por su tendencia a la experimentación
del lenguaje reemplazando la conexión gramatical con la anáfora y la
enumeración caótica (“murió el pájaro de
la libertad/murió el enhiesto ciprés da fontana/murió el monte comido por las
lluvias”), proliferación de metáforas,
figuras retóricas, tropos, arcaísmos, cultismos… podríamos hablar de una poesía neobarroca,
contrastada por unos versos libres, ágiles, en esquemas virtuales muy propios
de las tendencias experimentales del momento –también introduce algún poema en
portugués- y unos trazos ora realistas
ora surrealistas de gran plasticidad que nos muestran las vivencias personales
del autor, a veces con una actitud escéptica,
irónica, desengañada, una visión
cansada: un mundo viejo (“Era un mundo
exasperado vibrante/nervioso afilado…”)(“Un discurso viejo/unos pueblos viejos:
una permanente ancianidad/instalada en los huesos”). Y, otras veces,
anhelante, esperanzadora, aportando una nueva visión, un mundo nuevo (“trepando entre las leyes/creciendo en los
corazones/creando un brillante mundo/donde habiten/los hijos de todos los hijos”).
Tres años más
tarde, Francisco Ruiz vuelve a retratar lo más aproximadamente posible sus
“momentos poéticos” en un poemario de 58
poemas -dividido en siete apartados-, diseñado
y maquetado por Stefanie Ine
Grewe, que lleva por título “Sámsara” –término sánscrito que
designa la transmigración de los seres-. Y no es casualidad que lo haya
titulado así, pues es evidente, en su nueva etapa evolutiva, una aproximación al mundo y la filosofía
oriental (“A menudo la vida parece como real/como fuera del tiempo: como si
existiera/como si diera textura/a un finito universo/a su vez ilimitado i
desbordante”), creando incluso auténticos “haikus” (“Cambio a lua/ e moveron/ os ventos”).
Mantiene y
consolida, por lo demás, tanto el estilo como el tono apuntado en “Los
hechos”, así como sus anhelos y viejas preocupaciones. A destacar los bellos versos inspirados y dedicados –deduzco- a su pequeño
hijo (“Sobrevivirás/crearás/amarás/gozarás/penarás/i
serás hombre/i quizás algún día/-aunque podrá no ser-/pensarás en un tren/yendo
a qué sitio/en estos versos/en esta tierra/en mis ojos/en mis manos/i en mi
amor/que como estrella poderosa/quiera el orbe/que te alumbre”).
Sin duda,
Francisco Ruiz es un nuevo y buen referente en la poesía de nuestro tiempo que
no defraudará a los amantes de este arte.