<<No vayas hacia afuera, ve hacia dentro.
En el interior del hombre habita la Verdad>>.
San Agustín
A lo largo de mis años de existencia en este plano he conocido a personas que afirman que: <<Esta vida no es para mí. Este mundo no es mi mundo>>. Este relato inédito surgió hace muchos años a raíz de esa afirmación.
Con todo mi Amor, os lo dedico con el anhelo de que seáis la Luz de vuestra propia Vida; que seáis el agente de cambio que tanto necesitamos en estos momentos para dar ese gran salto evolutivo hacia un nivel superior de Conciencia.
Caminos para ello, hay muchos, pero, sin duda, la Naturaleza, el contacto directo con ella, el amor que despierta en nosotros, es de los caminos más grandes y placenteros.
Publicado, como viene siendo habitual, en las revistas (papel y digital) ASÍ ES BUÑOL; HOY UN CLICK; y TÚ MISMO.
Espero que os guste y lo compartáis.
¡Un besazo de Luz enorme!
Nueva Consciencia
Opinión
por Emi Zanón Simón
CAMINANTE DEL CIELO
(Sobre la búsqueda interior)
<<No vayas hacia afuera, ve hacia dentro.
En el interior del hombre habita la Verdad>>.
San Agustín
<<… Nació tercer varón de cuatro que parió su madre y por poco se le va la vida en el intento. Fue un alumbramiento largo y complicado porque en el último momento tuvo sus dudas y no quería salir del confortable vientre de su madre. Tuvo miedo. Y es que, después de pasear por el espacio y habitar entre los dioses, el caminante del cielo decidió regresar, a pesar de saber que no lo iba a tener fácil. Aspirar inconscientemente a lograr la unidad entre el cielo y la tierra, aceptar ese desafío, necesita de mucho coraje y energía, pero un caminante del cielo la tiene. Por eso regresó.
Con ese propósito inconsciente, el caminante del cielo fue creciendo de niño a mayor con los contrastes entre la luz de su memoria celestial perdida y la oscuridad de su vida diaria. Fue creciendo con ese sentimiento insondable de búsqueda del paraíso perdido sin él saberlo. Su corazón, humilde y creativo, le guio con mensajes infinitos de anhelo a buscar la paz interior que, en otro tiempo, cuando era caminante del cielo, era suya. Pero él no le escuchó. Y esa paz, no llegaba. Y él buscaba y buscaba, sin descanso, aunque siempre fuera de sí mismo. Ello le llevó, en su juventud, a enamorarse locamente de varias mujeres, a las que idealizó, idolatró y llevó al altar. Tuvo varios hijos, creyendo que así satisfaría su necesidad de amor y colmaría sus sueños. Pero el amor, aunque la carne se estremezca ante la carne, solo nace cuando desarrollamos nuestra propia riqueza interior. Y el caminante del cielo, lo pasó mal, muy mal y su devastado corazón siguió animándole a buscar, y de nuevo no le entendió, implicándose y luchando, esta vez, por principios sociales que tampoco apaciguaron su sed. Su alma seguía temblando al aliento de la dicha perdida. Y, ya en la madurez, creyó que, retirándose del mundo, como un ermitaño, abandonando su familia, su hogar, su trabajo, sus amigos, podría al fin satisfacer su necesidad oculta. Sin embargo, fue en vano. Seguía vivo ese sentimiento insondable de búsqueda del paraíso perdido. Nada lo complacía. Su pesimismo creció y creció. Su coraje y energía innatos parecían no acompañarle más. Llegó a desear la muerte, abandonar todo, tener una nueva oportunidad. Empezar de cero. Esta vida no era para él. Este mundo no era su mundo, se repetía sin cesar.
Y un día, casi ya un anciano, después de haber recorrido desesperanzado el norte y el sur, el este y el oeste de su vida, después de aceptar sus infortunios, que no habían sido pocos, empezó a buscar en su interior, el único camino de las dimensiones de la Vida, el único sendero, que todavía no había explorado y... con fascinación y asombro, recobró al fin su consciencia perdida. Se supo entonces mensajero angelical, explorador de espacios, pilar entre el cielo y la tierra, y comprendió su misión: Despertar a su Maestro Interior. Su gozo y dicha inenarrables penetraron entonces los resquicios de su alma, sintiendo y experimentando, por primera vez, la divina omnipresencia en la que vivimos y evolucionamos. Su vida, sí tenía sentido ahora.
Cada ser humano lleva dentro de sí un Maestro que espera ser escuchado y reconocido. Un Maestro que con sus gestos y sus palabras le conduce a la Iluminación, a la Verdad. Porque la Verdad no se enseña ni se aprende, no se busca ni se encuentra fuera de nosotros. La Verdad está más allá de las palabras, está en el interior, en lo más hondo de nuestro corazón.
Y si de ello estoy tan seguro, es porque ese caminante del cielo, soy yo>>.
A mis queridos lectores, con todo mi Amor, os dedico este relato inédito, con el anhelo de que seáis la Luz de vuestra propia Vida; que seáis el agente de cambio que tanto necesitamos en estos momentos para dar ese gran salto evolutivo hacia un nivel superior de Conciencia.
¡Os quiero!
¡Un besazo de Luz enorme!
¡Feliz mes de mayo!
“Conócete a ti mismo y conocerás el Universo”
Emi Zanón
Escritora y Comunicadora de la Nueva Consciencia
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